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Acerca de la escultura

ACERCA DE LA ESCULTURA

La gestación de una obra artística sufre, en el caso de las que yo realizo, un proceso evolutivo que parte de una idea germinal. Esta se expresa, en un sencillo esquema sobre papel o en una pequeña maqueta realizada en materiales fungibles (plastilina, barro, alambre…). Estas pequeñas piezas o dibujos duermen, en muchas ocasiones, en el taller hasta que algunas de ellas son rescatadas para convertirse finalmente en verdaderas esculturas. Muchas otras quedarán relegadas para siempre en su formato primigenio. No hay tiempo para llevar a su verdadero formato todo lo que surge de la creación de un artista. Las ideas son siempre más rápidas que el lento proceso artesanal de las esculturas.

A lo largo de mi trayectoria ha habido distintas fuentes que me han servido de inspiración, pero en todos los casos, la Naturaleza y el ser humano como parte consustancial de ésta han estado siempre subyaciendo.

¿La idea condiciona el material a emplear o es al revés?
En mi caso las formas sensuales de mis primeras obras que invitan a ser acariciadas sugerían materiales clásicos: mármol bronce, madera.
A continuación las series basadas en formas orgánicas -ferro-testa, animales en acción- demandaron otro material, el hierro de fundición, que me permitía moldearlas primero en porexpan. Posteriormente para las formas geométricas y angulosas de la serie Homenaje a la arquitectura, el acero corten y el hierro industrial fueron los materiales adecuados .Por último en la serie en la que trabajo en la actualidad, ocells esquius, las planchas de acero forjado en frio, me han resultado idóneas para expresar la organicidad de estas esculturas.

En otro orden de cosas, el cambio de formato, al contrario de lo que le ocurre a los pintores, no suele ser un problema para los escultores. La vocación primera del volumen en la escultura contemporánea suele exigir formatos medianos o grandes. El problema se presenta cuando para la realización de estas obras deben intervenir equipos de trabajo (soldadores, fundidores, encofradores, etc) ajenos al proceso. El artista se convierte en el líder de un equipo y debe estar muy atento a que no se desvirtúe su idea.

La máxima de Mies van der Rohe -less is more- ha sido una constante en mi trabajo. Eliminar lo superfluo, lo anecdótico, para expresarlo en un proceso de síntesis exige una atención intensa y constante. Llegar a la difícil facilidad de expresar el máximo con lo mínimo.

El artista busca siempre un camino propio. A menudo me han preguntado por qué no firmo la mayoría de mis obras. Mi respuesta es siempre la misma: las piezas deben firmarse solas. Cuando una pieza es reconocible con solo mirarla, como de un determinado autor, se ha conseguido el certificado de autenticidad de la misma.
Existe sin embargo un gran riesgo cuando un artista investiga y encuentra un camino. Llegar a encontrarse tan cómodo, tan seguro dominando las claves del proceso que no se decida nunca a dar un paso adelante abandonando la idea ya agotada. Copiarse a si mismo es siempre una tentación, a veces inconsciente. Los artistas saben del horror vacui que se produce en determinados momentos de su carrera cuando una idea se agota. La lucha, y, en muchas ocasiones, la angustia que este hecho puede llegar a provocar.

A lo largo de la historia de la escultura, esta expresión artística ha estado muy condicionada por los materiales a emplear. El volumen permite ser expresado en una gama de formatos más amplia que en otras disciplinas artísticas. En la actualidad la incorporación de las llamadas nuevas tecnologías parecen haber arrumbado aquellos materiales considerados clásicos. Solo tengo que añadir un único matiz a estas reflexiones: todo vale, si el resultado final es válido. Los caminos o los medios utilizados son únicamente, instrumentos.
El riesgo debe ser un componente importante en la trayectoria de un artista. No se avanza si no hay capacidad de riesgo. Esto supone en ocasiones realizar una profunda reflexión sobre cómo y qué queremos seguir haciendo en un determinado momento de nuestro proceso. Solo las obras que son capaces de aguantar el paso del tiempo, no el físico sino el conceptual, son dignas de ser consideradas obras de arte.